Hoy me enteré de que el lunes por la noche murió Rodolfo Sánchez. Uno de
los mejores percusionistas del folklore argentino.
La primera vez que lo
escuché, en aquel excelente trío con Carnota y Spinasi, sentí que a nadie había
escuchado
tocar tan bella y sutilmente un bombo. Nunca hizo pirotecnia, pero su toque fue
un lujo. Alguien dijo por ahí que era como el aire: sutil, invisible, te das
cuenta que es vital cuando falta.
Me da mucha pena su muerte, cruelmente
prematura. Se siguen yendo grandes músicos, y otra vez pienso que el de arriba,
si existe, se está armando un seleccionado de puta madre.
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