20 febrero 2011

lecturas y apuntes

Un amigo me invitó a participar de un encuentro donde se iba a charlar sobre cuestiones que nos permite pensar la literatura. Me encantó la idea, pero era tan amplia la cosa que no sabía qué elegir. Finalmente, decidí que en vez de buscar el tema y pensar con qué textos abordarlo, dejaría que la lectura de alguno me propusiera de qué hablar. Aproveché que en esos días había vuelto a leer el siguiente cuento, de un escritor norteamericano llamado Spencer Holst. El cuento se llama La cebra cuentista y se publicó originalmente en 1971.

La cebra cuentista
Hubo una vez un gato de Siam que pretendía ser un león y que chapurreaba el cebraico.
Este idioma es relinchado por la raza de caballos africanos a rayas.
He aquí lo que sucede: una cebra inocente está caminando por la jungla y por el otro lado se aproxima el gatito; ambos se encuentran.
“¡Hola!  –dice el gato siamés en cebraico pronunciado a la perfección–. Realmente es un lindo día, ¿no? ¡El sol brilla, los pájaros cantan, el mundo es hoy un hermoso lugar para vivir!”
La cebra se asombra tanto de escuchar a un gato siamés que habla como una cebra, que queda en condiciones de ser maniatada.
De modo que el gatito rápidamente la ata, la asesina y arrastra los despojos mejores a su guarida.
El gato cazó cebras con éxito durante muchos meses de esta manera, saboreando filet mignon de cebra cada noche, y con los mejores cueros de hizo corbatas de moño y cinturones anchos, a la moda de los decadentes príncipes de la Antigua Corte de Siam.
Empezó a vanagloriarse ante sus amigos de ser un león, y como prueba les ofrecía el hecho de que cazaba cebras.
Los delicados hocicos de las cebras les advirtieron que en realidad no había león alguno en las cercanías. Las muertes de las cebras provocaron que muchas de éstas soslayaran la región. Supersticiosas, resolvieron que la selva estaba hechizada por el espíritu de un león.
Un día, la cebra cuentista deambulaba por ahí, y en su mente se cruzaban argumentos de historias para divertir a las otras cebras, cuando repentinamente sus ojos se iluminaron y exclamó: “¡Eso es! ¡Contaré la historia de un gato siamés que aprende a hablar en nuestro idioma! ¡Qué historia! ¡Esto las hará reír!”
En este preciso momento apareció ante ella el gato siamés y le dijo: “¡Hola! ¡Qué lindo día es hoy! ¿No es cierto?”
La cebra cuentista no quedó en condiciones de ser atrapada al escuchar un gato que hablaba su idioma, porque había estado pensado justamente en eso.
Miró fijamente al gato y, sin saber por qué, hubo algo en su aspecto que no le gustó, de modo que le dio una coz y lo mató.
Tal es la función del cuentista.
 [en El idioma de los gatos, Bs. As., Ediciones de la Flor, 1972) 
Apuntes:
Un texto literario, se sabe, admite muchas interpretaciones. En la que yo elijo para esta especie de fábula moderna (y voy a tomar sólo algunos aspectos), hay algo que relaciona a la literatura con la identidad. La cebra cuentista (es decir, los cuentistas, y por qué no la literatura) interviene en esta historia de un modo peculiar: no se deja engañar por una falsa identidad. Pero no es la identidad del gato siamés la única involucrada: también el cuento nos ofrece rasgos que caracterizan a la cebra cuentista y a las demás cebras.
El gato siamés tiene un interesante saber. Un saber que excede su condición de gato. Él puede hablarles a otros como si fuera uno de ellos, para aprovecharse de esos otros, para utilizarlos y alimentarse de ellos. Qué gran estrategia, hablar como aquellos a quienes se quiere dominar, hacerse pasar por uno de ellos.
Las cebras, aquí, son aquellos que ni siquiera reflexionan a partir de lo que sus propios sentidos les señalan. Es más fuerte la superstición, y se dejan engañar.
La cebra cuentista, la literatura, sirve en este relato para prever. La literatura imagina lo que puede llegar a ocurrir, incluso lo que ya ocurre más allá de la vivencia del propio autor. El que ya ha previsto, el que ha imaginado lo posible, sabe cómo actuar cuando eso sucede. No se deja sorprender, porque ya ha pensado. ¿Qué podía haber ocurrido si las cebras hubieran llegado a escuchar o leer la historia de la cuentista?
¿Quiénes son las cebras, los gatos siameses y las cebras cuentistas en nuestra sociedad?
La lectura es una forma de ampliar nuestra experiencia, hacer que sobrepase los límites de lo que hemos vivido. Tal vez algunas cosas de las que somos víctimas engañadas ya han sido escritas. Pero claro, para evitarlas tendríamos que haber leído.

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